*La primera edición de esta gran apuesta empresarial a partir de la música llevada al Valle por METROCONCIERTO tuvo sello de calidad.

Cada proyecto de Carlos Padilla Peña, es una apuesta, un riesgo, una necesidad de abrir una apuesta para un nuevo reto, así construye todos los días su vida personal y empresarial, agarrado de la mano de Dios ha tenido entonces grandes éxitos, unos menos y por momentos golpes, de los que se ha levantado. “Cuando me he caído Dios me ha enviado ángeles y con la oración de mi mamá me he levantado”, acostumbra decir.

La programación de la Fundación Festival Vallenato para el Parque de la Leyenda era brava, había por lo menos 4 eventos más en el Valle, pero Padilla dijo ¡Le juego a mi gallo! Y nació METROCONCIERTO Festival vallenato.

No uno, sino dos días de una gran apuesta empresarial que provocaría mucho empleo directo por varios días y muchos más indirectos a las afueras del gran evento musical. Valledupar vivió dos noches históricas que marcaron el nacimiento de un festival que llegó para quedarse. La primera edición del Rumbódromo Festival Vallenato no sólo deslumbró por su cartel artístico y calidad de producción, sino que dejó una huella profunda en la ciudad, demostrando que los grandes eventos también pueden ser pensados para el pueblo.

Este festival sin precedentes fue el primero en su tipo abierto a todos los vallenatos, con una organización impecable, una logística de alto nivel y una programación de talla nacional e internacional. Durante dos noches consecutivas, la explanada del Rumbódromo fue el corazón vibrante de la ciudad, donde miles de asistentes celebraron en paz, con alegría y orgullo cultural.

Pero más allá del espectáculo, el impacto real del Rumbódromo fue evidente:
• Activación económica en sectores como gastronomía, comercio, hotelería, transporte, y emprendimientos locales.
• Generación de empleo directo e indirecto, beneficiando a cientos de trabajadores en producción, logística, seguridad, venta y servicios generales.

• Promoción de Valledupar como destino cultural y turístico, con visibilidad a nivel nacional.
Uno de los logros más importantes de esta primera edición fue la excelente convivencia ciudadana: no se registraron riñas, peleas ni alteraciones del orden. Valledupar celebró en un ambiente seguro, demostrando que el pueblo sabe gozar con respeto y responsabilidad.

Este resultado solo fue posible gracias al trabajo articulado entre múltiples actores. Desde la organización, extendemos un agradecimiento especial a:
• La Alcaldía de Valledupar, por confiar y respaldar esta iniciativa ciudadana.
• La Secretaría de Gobierno, por su compromiso con el orden y la convivencia.
• La Secretaría de Tránsito y Movilidad, por su gestión efectiva del tráfico y acceso vehicular.

• La Policía Nacional, por su despliegue ejemplar y presencia constante.
• Los medios de comunicación, por difundir el mensaje de cultura, paz y unión.
• Los artistas, que con talento y corazón hicieron vibrar al público.

Y especialmente, a todo el equipo de Metroconcierto, en cabeza de su CEO Carlos Padilla Peña, por pensar en grande y ejecutar con excelencia. Gracias a su visión y trabajo incansable, el Rumbódromo Festival Vallenato se consolidó como el verdadero festival del pueblo.

La primera noche del Rumbódromo fue vibrante y ni las gotas de lluvia bajaron el ánimo, más de 18 artistas encendieron la tarima y el corazón del público vallenato. La fiesta se vivió intensamente, y los asistentes se mantuvieron firmes hasta el cierre del espectáculo, bailando, cantando y celebrando su cultura musical.

La noche estuvo cargada de ritmo y emoción. Oscar D’León, tras más de 40 años sin presentarse en Valledupar, trajo su salsa inconfundible y puso a bailar a miles de salseros. Eddy Herrera, con su merengue explosivo, no dejó a nadie sentado. Y el vallenato brilló con grandes figuras como Rafa Pérez, que fue sensación; Elder Dayán, Churo Díaz, Diego Daza, el juglar Beto Zabaleta y Farid Ortiz, el rey de los pueblos.

La diversidad musical también se hizo sentir con el sabor urbano de Dekko, la energía de la champeta con Mr. Black y Luister La Voz, y la fuerza femenina con una espectacular presentación de Ana del Castillo. Las nuevas generaciones también marcaron presencia con presentaciones destacadas de Mario Cérchar, Antonio Eslait y El Combo del Morre, quienes demostraron estar a la altura del Rumbódromo.

No había duda: la segunda noche del Rumbódromo Festival Vallenato estaba destinada a hacer historia. Y así fue. Con una combinación explosiva de talento nacional e internacional, la explanada vibró como nunca antes, consolidando este evento como el espectáculo más popular jamás vivido en Valledupar.

La noche comenzó con fuerza gracias a un cartel inaugural que encendió motores desde temprano. La potencia vocal de Laura Hamburguer sorprendió al público con su frescura, seguida por el estilo tradicional y sabanero de Penchy Castro, que despertó los primeros coros de la noche. La cuota urbana no se quedó atrás: Dekko y Lil Silvio & El Vega pusieron a gozar a miles de asistentes con sus éxitos.

La cuota internacional elevó la temperatura al máximo. El legendario Tito Nieves, con su salsa inconfundible, hizo bailar a una multitud que coreó sus himnos con emoción desbordada. Luego, Magic Juan encendió aún más el ambiente con su energía contundente y esos ritmos que siguen presentes en las rumbas de siempre.

El vallenato, alma del festival, brilló con luz propia. Jorgito Celedón, artista exclusivo del Rumbódromo, protagonizó uno de los momentos más ovacionados de la noche. Su voz inconfundible y sus canciones que han cruzado fronteras fueron coreadas por miles, reafirmando su lugar como ícono del género.

Los juglares Poncho Zuleta e Iván Villazón conmovieron con interpretaciones que nos llevaron de vuelta a las raíces del vallenato, mientras que las notas románticas de Alex Manga, Gusi y Los Diablitos conectaron con el alma del público, provocando emoción y nostalgia a flor de piel.

Uno de los momentos más emotivos llegó con el homenaje póstumo al gran Rey Omar Geles. El cantante Peter Manjarrés lideró un tributo sentido, cargado de gratitud, respeto y amor por el legado de uno de los más grandes del vallenato.

Pero el instante que erizó la piel y tocó el corazón de todos fue cuando Martín Elías Jr. subió al escenario, llevando de la mano a su hermana Paula, en un acto cargado de simbolismo y unidad familiar.

¡Gracias METROCONCIERTO! ¡Gracias Carlos Padilla! Hasta la próxima…
